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Probada y robusta: la ballesta
La ballesta es uno de los principios más antiguos de amortiguamiento de una suspensión de rueda. Tiene su origen en la construcción de carruajes y mejoró ya mucho tiempo antes de la invención de las ruedas neumáticas claramente en confort durante los viajes. La ballesta protege la cabina del vehículo de las irregularidades de la carretera. El principio detrás de esta pieza es sencillo y su alta resistencia ha convertido a este tipo de amortiguamiento hasta el día de hoy en el elemento estándar para vehículos pesados.
Funcionamiento de la ballesta
A diferencia del muelle helicoidal alcanza el uso de esta tipo de muelle el efecto amortiguador mediante un conjunto de láminas. Las láminas están colocadas flexiblemente unas sobre otras y unidas mediante abrazaderas. Al contraerse se doblan las laminas y se deslizan unas al lado de otras. La fricción generada contribuye al efecto amortiguador, pero se reduce a un mínimo con lubricante o aceite. En la construcción de carruajes se montaban dos ballestas superpuestas. Así se creó la ballesta elíptica. Hoy la ballesta semi-elíptica es la forma más usada de este tipo de muelle. Además, también hay otras variantes de esta pieza como ballestas transversales, ballestas parabólicas y cuartos de elípticas.
Áreas de aplicación de la ballesta
La ventaja que presenta este tipo de muelle es que es capaz de amortiguar cargas pesada con gran exactitud y pocos medios. Esto convierte a la ballesta en una pieza del chasis económica para vehículos especialmente pesados. Por tanto, camiones y vehículos ferroviarios están equipados hasta el día de hoy con una ballesta de forma estándar. Este tipo de muelle también es muy popular para el eje trasero de todoterrenos y furgonetas. Para los ejes delanteros no es el más adecuado puesto que necesitan mucho espacio. Debido a su construcción económica y bastante sencilla se emplean ballestas a menudo también en remolques.
Defectos en la ballesta
Una ballesta puede quebrar por corrosión y sobrecarga. Si se pierde la grasa lubricante entre las láminas, la ballesta comienza a chirriar fuertemente. Entonces surgen enseguida daños por abrasión que pueden dañar la ballesta desde el interior. Un muelle quebrado detiene el vehículo inmediatamente, de modo que ya solamente se puede remolcar. Dos veces al año se deberían revisar, por tanto, los conjuntos de muelles.
Arreglar la ballesta
Una ballestas se pueden mantener en buen estado con las herramientas correspondientes. Se pueden adquirir componentes individuales de repuesto. Si conviene o no depende de cada caso. En vez de grasa lubricante se pueden usar también piezas intermedias de plástico, grafito o carbón si se construye una ballesta. Estas piezas intermedias evitan que las láminas se agarroten y se reduce la necesidad de mantenimiento de la ballesta. Si se ha de engrasar y lubricar una ballestas conviene también sellarla a continuación. Actualmente solo hay un fabricante que ofrece una "cinta grasienta" especial para sellar ballestas. Un rollo cuesta cerca de 8 euros y promete buenos resultados. El mismo fabricante también ofrece un grasa especial para prevenir la corrosión que puede aumentar significativamente la vida útil de una ballesta intacta.
Cambiar la ballesta
Si la ballesta presenta claros signos de desgaste en forma de oxidación, grietas o abrasión, se debería recambiar enseguida. Estos muelles son muy económicos gracias a su sencillo principio de construcción. Un nuevo par de muelles cuesta entre 50 y 200 euros. Su recambio es bastante sencillo: se eleva el automóvil de tal forma que las cuatro ruedas están completamente suspendidas. Con un soporte extensible se levanta el eje trasero hasta que la ballesta se relaja. Están por lo general fácilmente atornillados a la carrocería y unidos al eje a través de una abrazadera en U. Estas uniones se suelta y la ballestas se puede sacar. La ballesta nueva se monta siguiendo estos pasos en orden inverso. Con las herramientas correspondientes se pueden cambiar la ballesta en pocos minutos. Un juego de reparación y recambio consta generalmente de todos los tornillos y abrazaderas de soporte. Si no es el caso se deberían comprar siempre adicionalmente. Esto no solo ofrece la mayor seguridad sino que también ahorra mucho trabajo al desmontar la la pieza: si no es posible soltar la ballesta vieja por las medidas convencionales, se puede cortar con un amoladora angular.